La semana pasada tuvimos una de las fiestas más importantes del pueblo. Se llama Schützenfest y se parece bastante a los "houses" que los colegios ingleses importaron a la argentina. No se si todos tenían houses, de hecho para mi era un concepto desconocido hasta que fui a la universidad y conocí a otros tantos compañeros que venían de otras realidades. En cualquier caso, bastante parecido a lo que ves en las películas de Harry Potter. Me detengo por un minuto en mi colegio y después vuelvo a la fiesta del pueblo. Viví toda mi vida en Belgrano y el colegio que eligió mi madre para nosotros, bastante a pesar de la opinión de mi padre, fue el Esquiú. Lo voy a definir como un colegio con pretensiones, en el sentido de que era un colegio de familias católicas, donde la mayoría de los padres eran profesionales. Ahora también lo puedo definir como lo que no era: no era el colegio al que iban todos los tenían más plata o pertenecían a alguna comunidad, como la italiana, la francesa ...
El verano alemán me sigue regalando unas postales increíbles. Días eternos, a veces hasta un poco calurosos. Paseos a la oficina en bicicleta 2 o 3 veces por semana. En definitiva un clima super agradable. Sin embargo no hay que acostumbrarse, porque nada es para siempre. Y para eso están las lluvias, para recordarnos que como todo en la vida el clima también es balance. El problema es que me estoy volviendo tan alemán que todas las mañanas tengo que mirar al menos una vez el noticiero para ver cómo va a estar el clima. Y juro que hace no menos de cuatro semanas que pronostican todo tipo de tormentas que, al menos donde estoy yo, no terminan de suceder. Lo que más me llama la atención es la fruición con la que se hacen dichos anuncios. Casi como si se metieran en mi casa a decirme: "la estás pasando bien? Que lástima, porque ahora la vas a pasar bastante peor". Me cuesta mucho asimilar que los alemanes disfruten tanto del Schadenfreude. Están esperando a que digas "no...