"Yo ya viví". Me lo dijo mi padre poco antes de casarme. Me lo había dicho en algunas otras oportunidades. Era su manera de decir "vos fíjate". Me quedó grabado. Como tantas otras cosas, que sin decir, alguna vez me dijo.
Suena casi a un pase mando. Lo que le dirías tal vez a alguien que viene después de vos. Una frase corta de un contenido emocional muy alto.
Suena a despedida, tal vez lo era. Mi padre era de los que de tanto atender pacientes sabía que la vida era algo muy efímero. Estaba siempre listo para partir, con su traje y su corbata. "Yo ya viví..."
Y cobra otro significado este fin de semana en la que visité a mi tío Axel, el que fuera su hermano mayor y pude ver a lo largo de la historia de la familia muchos otros "Yo ya viví". Estaba en la carta que la hermana de mi bisabuelo le envía a mi bisabuelo emigrado, explicando porqué irse de Alemania no era una opción para ella.
"Yo ya viví" estaba también en la carta que mi abuelo le manda a su madre: "vos ya viviste, ahora me toca a mi" poco antes de que esta lo deportara a Alemania para que aprenda de la vida. Le duró poco: los alemanes lo mandaron de vuelta. Cualquier parecido con mi propia realidad, es pura coincidencia.
Imposible no conectar y empezar a entender. Porque cuando cada tanto se descorre un velo, vemos todo lo que no quisimos o no pudimos ver. Y el "Yo ya viví" me pasea por ese puente imaginario que une a Argentina con Alemania.
Si tuviese la posibilidad de cruzarlo en el tiempo, si tan solo tuviese un minuto cara a cara con Karl Walter Oswald Augspach le diría que no venga. Que Argentina es una trampa, que mi abuelo se la pasó peleando, participó activamente en la revolución del 30 y seguramente en la del 55 y que no la vio. Que a mi padre le tocó enfrentarse a todos los movimientos guerrilleros que copaban las universidades, que lloró desesperado el día que Perón volvió a la Argentina y que tampoco la pudo ver.
Y que llegado mi turno les quise ahorrar el disgusto a los que vienen después y decidí que la vida era del otro lado del atlántico. Porque hoy, más de 100 años después de su viaje intrépido viaje, Alemania es de nuevo potencia y Argentina no es más que una promesa que nunca llega. La misma que me hicieron hace un tiempo cuando mi padre se me se acercó y me susurró al oído: "Yo ya viví".
En cualquier caso, la respuesta de mi bisabuelo sería la misma de siempre: "Yo ya viví". No deja de ser cierto. Hoy me toca a mí. Y de nada vale mirar tanto para atrás ni recriminarme nada porque en cualquier momento me va a tocar a mi pasar la pelota y decir "Yo ya viví". Hasta ese momento, no queda otra cosa que vivir. Y disfrutar mucho. En eso estamos.
Pásenme el tarro de dulce de leche. Y también un poco de Nutella. La vida es esto que está pasando ahora. Y la voy a vivir.
Muy interesante posteo. A veces es inevitable mirar atrás, ver todas las decisiones equivocadas, cosas que definitivamente no volvería a hacer. Pero para poder vivir hay que mirar al presente y al futuro, al pasado no lo podemos cambiar, al futuro sí, lo hacemos día a día. A veces es difícil pero hay que seguir adelante.
ResponderBorrarAbsolutamente. Siempre para adelante. Por más incierto que sea. Miraste para atrás, sos solo una estatua de sal. Hay que aprender a convivir con las decisiones que tomamos y que nos llevaron hasta adónde estamos ahora. Es todo experiencia y lo que nos queda es vivir lo que viene.
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