Lo mencioné antes: creo en el destino. No en la predestinación. Me refiero en este caso como destino, a la razón de ser que cada uno tiene que descubrir, el sentido último de la vida. La predestinación por el contrario sería como un camino fijo que uno recorre sin siquiera proponérselo. Una novela escrita de antemano.
Así las cosas, considero que uno, incluso sin saberlo, se va preparando para algo. Definitivamente hay un montón de condiciones previas que están ahí, aun cuando no las veamos. Se hace visible lo invisible, por decirlo de alguna manera, cuando tenemos la capacidad de observar el recorrido. Y justamente son condiciones y no condicionamientos porque es destino y son elecciones personales y de terceros. La famosa libertad interior.
Probablemente un deportista de alto rendimiento, se haya preparado para llegar antes de siquiera haber sido consciente. Por supuesto que hay mucho sacrificio y como escuché el otro día, mucho de saber decir no a determinadas conductas porque yo quiero otra cosa. Ahora antes de eso, hay un destino que no conocemos. nos vamos preparando (y nos van preparando) para el mismo.
Y mi caso no es distinto. Yo sin saberlo, había elegido a Alemania como destino. Mis padres generaron un entorno favorable, yo fui tomando mis decisiones. y aunque no lo vi, ni lo supe apreciar, porque como digo, son cosas que uno no ve, hoy miro para atrás y las puedo observar.
Cómo hicieron mis padres para formarme y prepararme para este cambio? Y qué decisiones personales tomé yo para poder llegar acá? Podría estar toda la vida hurgando y encontrando. Solo voy a mencionar que fui formado en 2 mundos al mismo tiempo.
El mundo exterior, el de las relaciones, la escuela, la familia ampliada con primos (muchos) y demás, claramente no escapaba a una típica familia argentina de raíz italiana. Una que se juntaba los domingos en la casa de la abuela, que se veía para los cumpleaños y aniversarios. Ni siquiera me mandaron a un colegio alemán porque mi madre quería formación religiosa.
Ahora eso era solo el exterior, la fachada, Puertas adentro, mi casa era un bunker alemán. Sólo nos faltaba dejar los zapatos afuera de la casa. Todavía tengo los juguetes guardados en sus cajas originales. Los playmobil están completos. Bibliotecas llenas de libros, colección de discos de música clásica y más. mucho más. Me acuerdo que cuando a mi padre le regalaban bombones, nos servíamos 1 o 2 como mucho cada uno y se guardaba la caja para la noche siguiente.
Esas son conductas que podés encontrar en este país, producto entre otras cosas, de las guerras, del clima y de la concepción que tiene la sociedad del consumo. Todo en la medida justa, excepto el alcohol, por supuesto. Porque el alcohol es la puerta a los excesos que solo se pueden permitir cuando se pierde el control.
A nivel personal, siempre me gustó mucho leer. Y uno de los libros que leí (en formato historieta) se llamaba "De los Apeninos a los Andes" en el que se relataba la historia de Marco, un chico italiano, creo que huérfano, que se subía a un barco en Italia y terminaba en Argentina.
Ese contraste entre el mundo exterior más descontracturado y el universo interior, completamente ordenado, a mi me costaba mucho. Porque claro, yo pretendía comportarme como en mi casa y afuera...afuera eso no pasaba.
Lo pude empezar a resolver cuando me cambiaron de colegio. En el San Agustín descubrí la búsqueda. Y descubrir la búsqueda me reconfortó. Porque en el fondo, Dios nos reconforta. Y como bien explica San Agustín, Dios está adentro. Y adentro mío estaba el orden. Estaba, hoy tal vez ya no está, porque el cambio también genera caos. Es parte de la búsqueda. Y la búsqueda continúa.
Es emigrar un camino de rosas? Por supuesto que no. Y tampoco es para cualquiera. Vuelvo a lo que ya mencioné: el contexto alienta conductas, el destino les da sentido. Vaya casualidad, destino y sentido se conforman con las mismas letras. Para poder aceptar determinadas cosas, hay que darle un sentido a lo que uno esté haciendo. Confiar en algo que no vemos. Cerrar los ojos y caminar. Abrazar a nuestro destino.
En definitiva, yo me preparé toda mi vida para estar hoy acá. Y la diferencia esencial entre un lugar y otro es que en Argentina, uno puede hacer lo que quiera. Hasta convertir su departamento en un bunker alemán. En Alemania eso no sucede. Hay una sola forma de vivir en Alemania y esa es comportándose como un alemán.
En esa transición del argentino que fui, al alemán que quiero ser para poder sobrevivir en esta parte del mundo, pasaron cosas: me separé, me compré una Thermomix y empecé a cocinar, me conecté con mi infancia alemana armando una mesa de tren, volví a escribir que es algo que me apasiona y hasta recibí los mejores consejos de vida en el medio del carnaval. Voy a contar algunas de esas en los próximos posts.
A falta de Dulce de Leche, pásenme más Nutella*. Esto se está poniendo bueno.
*Descubrí la Nutella a los 20 años, al regreso de unas vacaciones de mis padres en Alemania. Me dijeron:" probá, te va a gustar". La hice a un lado y seguí con el dulce de leche. Me estaban preparando. Ni ellos ni yo lo sabíamos.
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