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Mi testamento - La lapida que me van a dedicar

 



Esta semana se me había cruzado una idea genial para este post y como suele pasar con las ideas, cuando uno no las anota, desparecen. Copa de alcohol mediante, acabo de recuperar la memoria y prometo que las semana que viene les cuento como sigue mi búsqueda de amor en el país de los seres individuales. No es que haya avances, ahora se me ocurrió algo divertido y la semana que viene lo escribo.

Claramente cualquier otro tema queda eclipsado por la muerte de Francisco y sobre eso voy a escribir.  Por supuesto que un evento como la muerte no nos deja nunca indiferentes. Creo que naturalmente todos ponemos a un lado nuestras diferencias y le deseamos al difunto lo mismo que nos desearíamos a nosotros mismos: que se nos recuerde con amor. Y si me preguntás hoy, a Francisco lo vamos a recordar de esa manera.

El tiempo suele poner las cosas en su lugar y cualquier diferencia pasa a ser una cosa mínima, totalmente eclipsada por el hecho de la perdida. En lo personal, no me gustó el papado de Francisco. O no lo pude entender en la dimensión correcta. Me consta además que no fui el único que no lo pudo comprender, valorar o apreciar. 

Mi familia siempre fue muy cercana a los jesuitas, sobre todo porque tenía un tío abuelo que pertenecía a la orden y era muy querido por todos. A través de él, seguramente, la relación que existía con los que vivían en Belgrano, en lo que se conocía como CIAS, que era un centro de los jesuitas en el que además de chico iba a misa y ya de grande a alguna reunión con otros conocidos.

Los jesuitas siempre fueron, en mi opinión, medio de avanzada y tenían una mirada un poco más parecida a la de Francisco acerca del mundo. Por lo pronto, todo el tema del discernimiento, esa idea de que no es pecado a no ser que explícitamente uno sepa que es pecado.

Y también tenían en sus filas a curas que eran medio revolucionarios o que de alguna manera u otra se sentían más cómodos con la mirada ideológica de la izquierda. Todavía tengo fresco el recuerdo de mi padre confrontado con un sacerdote de la orden que en una misa de navidad en el convento de la monjas suizas hizo saber que Dios había nacido pobre para los pobres o algo por el estilo. Alemanes fuimos siempre y el feedback estaba en mi casa a la orden del día. Mi padre además venía un poco de ese lugar y tenía amigos que lo conocían muy bien al sacerdote que solo atino a bajar la cabeza y se despidió.

En cualquier caso, había otro sacerdote jesuita, que había sido profesor de Bergoglio en el colegio Máximo que también venía seguido a cenar a casa y con el que intercambiábamos miradas y que me decía que el tampoco podía entender a Francisco. O sea en el fondo yo creo que lo que nos llegó es una versión muy radicalizada de la realidad. Argentina es un aquelarre y la verdad es que es difícil separar a veces las cosas. 

Creo que Francisco acercó a mucha gente a la religión, nos hizo entender que Dios nos quiere a todos siempre y que su amor es infinito. Prefiero quedarme con eso y recordarlo así, como el Papa de la misericordia. 

Me sorprendió también ver como pidió ser sepultado, y al ver la imagen de la virgen a la que le rezaba, no puedo sino recordar varias imágenes o íconos similares que estaban en la casa de mi abuela y si mal no recuerdo en la casa de mis padres. 

Y todo esto, me hizo pensar como quiero ser sepultado yo cuando me toqué dejar este mundo. Ya lo puse hace poco por acá pero lo recuerdo, habida cuentas de que mi padre quería terminar sus días en el cementerio alemán de la chacarita y reposa en el Memorial porque en mi casa siempre decidió todo mi madre. 

Así las cosas, me ponen en Nordstr, en Berlín, en el cementerio que quedó atravesado por el muro. Por favor del lado oeste, porque comunista nunca. Arriba la lápida con la que espero ser recordado. Porque si hay una cosa que hacen bien en este país es despedir a las personas con mensajes grandilocuentes como el que pueden leer ahí.

Me ponen dentro del cajón una frasco de dulce de leche mayor, y un frasco de Nutella (original, no la del Aldi, no sean ratas). Pueden agregar una botella de Malbec de mi inventario de 1000 malbecs (se lanza en breve, ya les voy a contar). Si me ven saliendo de la tumba para ir a bailar a algún club Berlinés, sepan comprender. Hay cosas que no se mueren nunca. 


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