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El armario

 


Me costó muchísimo la separación. No solo en términos materiales, porque dicho sea de paso separarse acá en Alemania sale realmente muy caro, sino más bien en toda lo que sería la parte emocional. Al punto de pensar muchas veces que sentido tiene o tuvo todo lo que hice. Y fue justamente al principio de la separación en la que sucedió esta historia que voy a compartir. 

Conseguir un departamento en Alemania es bastante complicado. Cada vez que aparece alguno, hay una lista infinita de candidatos que lo quieren y el sistema de alguna manera beneficia a los locales o al menos no beneficia a los extranjeros entre otras cosas porque probablemente no hablen bien el idioma ni conozcan bien los códigos no escritos. 

Al principio iba alquilando departamentos por AirBnB hasta que me quedó claro que la única alternativa era conseguir algo fijo y me di a la tarea de empezar a recorrer lugares. Cuando finalmente encontré uno y me pude mudar, el mismo estaba completamente desamoblado y tuve que comprar todos los muebles. Bueno, no todos. Alguno que otro me traje de la casa de mi ex, porque al final del día también eran míos.

Y entre los muebles que me procuré, estaba un ropero de Ikea que yo mismo había ido a comprar en su momento y en el que guardaba mi ropa. Si desarmar un mueble de Ikea para trasladarlo es complicado, volver a armarlo es una tarea para unos pocos. Sobre todo si se trata de algo gigante como un ropero.

Así las cosas, una vez que lo tuve armado en el piso lo intenté parar yo solo, con tanta mala suerte, que no me di cuenta que el mismo estaba todavía medio enclenque y cedió por un lateral, partiéndose en varios pedazos. Fue uno de esos momentos en los que me volví a cuestionar seriamente lo que estaba haciendo y llegué a pensar que esto no tenía futuro alguno. 

Fue entonces cuando el psicólogo me dijo: "que linda imagen. Vos sos el armario y vos te tenés que volver a armar. Y lo tenés que hacer rodeado de los que te quieren para que puedan ayudar a que el armario no se caiga nuevamente".

Finalmente este viernes fui y compré un segundo armario, en este caso abierto, que hace juego con el primero y la sola composición de los mismos me hizo darme cuenta de todo lo que había crecido este otro armario, la cantidad de ropa linda que tengo y lo bien que me quedó el dormitorio. 

Soy muy de recriminarme lo que no hice, de mirar todo el tiempo lo que no tengo y de pensar que siempre me está faltando algo sin a veces poder darme cuenta que en estos 3 años, más allá de los golpes que me pueda haber pegado, no paré de crecer. Y crecí tanto que hoy necesito no ya uno sino 2 armarios. Y que este último lo pude armar sin problemas, pidiendo ayuda cuando la necesité. 

Lo voy a celebrar comiendo una cuchara de dulce de leche y otra de Nutella. Y la voy a compartir con todos ustedes, los que siempre al final del día me dicen "dale con todo que vos podés". Adjunto foto de los roperos. Gracias por acompañarme siempre. 




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