"Immanuel Kant lo describió una vez así: “Francia es la tierra de las modas, Inglaterra la tierra de los caprichos, España la tierra de los antepasados, Italia la tierra del esplendor y Alemania la tierra de los títulos."
Me cuesta entender un poco de dónde proviene el apego que le tienen en esta parte del planeta a sus títulos. Hay títulos para todos y todas. Es además de una sociedad muy meritocrática, una que le da roles y responsabilidades a cada uno de sus miembros. Por eso cuesta también entender por qué en el fondo son tan socialistas, siendo que una buena parte del tiempo se la pasan solos, desarrollándose a fuerza de sacrificio individual.
En cualquier caso, todos tienen títulos y en el universo formal, ese que todavía subyace a esta nueva informalidad en la que va la dirección del planeta, esos títulos valen. Los ves sobre todo en las correspondencias y en las tarjetas de visita que todavía se siguen usando.
No es que me parezca mal. De hecho siempre estoy a favor de premiar el esfuerzo individual y valoro mucho a los hacedores al punto de que les daría un título si ya no se lo hubieran procurado. Es solo que de donde nosotros venimos, los títulos casi que ya no existen. Me da la impresión que el 2001, se llevó bastante más que solamente el prestigio, o lo que quedaba del prestigio del país.
Nos quedan los arrestos individuales y por supuesto que tenemos una población muy talentosa. Ahora para tener un título relevante, de esos que por acá se reparten en forma bastante regular, uno tiene que hacer una inversión de tiempo que probablemente no pague lo suficiente como para justificar el esfuerzo.
En definitiva es la relación esfuerzo-resultado la afectada. Por eso tampoco hay inversión: el largo plazo en Argentina son 90 días y más que ir por el título, uno se conforma con sobrevivir. Si estás en la pirámide, aunque más no sea en la base, ya uno se puede dar por satisfecho. Todo lo demás es lujo.
Todo esto para comentarles que hoy me encontré en la puerta de la casa con la dueña del departamento que alquilo. No es solo la dueña del departamento: es la hija del constructor, la administradora del edificio y por si le faltase algo, también la esposa de la inmobiliaria que alquila las unidades disponibles. Tiene por ende, todos los títulos.
Parecía muy agradable cuando me alquiló la unidad, se volvió una pesadilla, opinando de todo, me mandó a hacer una visita para determinar el estado en el que mantenía las instalaciones y hasta me hizo un escándalo por una mancha de óxido en una baldosa de la terraza.
El vecino de al lado es una suerte de agente encubierto que cada tanto me reporta o al menos me amenaza con reportarme, sobre todo cada vez que se me ocurre hacer un asado en la terraza. "el humo se mete por la ventana de mi oficina y me molesta. Le mando WhatsApp porque prefiero eso a reportarlo a Frau Steinmann...ella se enfadaría mucho".
Cuestión que hoy me vio en la puerta del edificio y me saludó como si fuese el mejor ciudadano del pueblo. Obvio había un motivo comercial: le estaba mostrando un departamento a una mujer y que mejor que hablar bien, aunque más no sea por un rato, de los otros inquilinos.
Fuí por un par de minutos, Herr Augspach, el argentino más simpático que haya conocido en su historia. Qué tan falso tenés que ser para hacer una cosa así? Harto. Si fuese por mí, se pueden ir ella, su sobrino y sus títulos a alguna parte del congourbano...cuanto más lejos mejor. Se lo debería haber dicho a la candidata, solo que mi alemán todavía necesita de un par de copas de alcohol para funcionar en forma.
En lo que a mi respecta, sigo muy ocupado armando 1000malbecs.com. porque en el fondo, yo también quiero tener mi título. Sin ir más lejos, en algún lugar de la historia de la familia, hay uno con título nobiliario, que era miembro de la corte del rey, siendo el encargado de probar los vinos y las comidas que se le servían.
En 10 días hacemos el primer evento y hace poco más de 3 semanas en las que cada minuto que tengo disponible lo uso para ponerle más cosas al sitio web que estoy armando. Completamente absorto, estoy seguro queva a ser una parte grande de mi historia y el punto de quiebre para la suerte de los vinos argentinos en esta parte del mundo.
Quien te dice, tal vez la historia ponga las cosas en su lugar y algún descendiente de la administradora, hija del constructor, dueña del departamento y esposa de la inmobiliaria viva en la Augspach Str. una callecita que recuerde a este humilde Argentino que se vino con poco a recuperar el título que alguna vez le perteneció.
Hasta ese entonces, pues seguramente sigue comiendo dulce de leche, poniéndole nutella a las tostadas y tomando malbecs. La casa invita, solo tienen que venir de visita.
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