(NdR.: Giordano era un peluquero de renombre en los 90 al que en un Boca River, la hinchada de River interceptó y castigó con fiereza extrema. Mientras estaba en el piso siendo azotado, sólo atinó a decir: "no me peguen, soy Giordano", sin notar que era tal vez por eso que lo estaban golpeando)
Estamos en el mundo de las grietas. No nos separan ya opiniones triviales, sino directamente posiciones contrapuestas al punto de no existir diálogo alguno entre las facciones. Porque en cualquier diálogo, hay al menos 2 agentes, uno que habla y otro que escucha y a su turno responde, siendo el primero ahora el que escucha.
En el mundo de la grieta no hay diálogo. o si, ahora distinto. Hay aseveraciones en forma de dogmas y lo único que se construye es un muro que me impide ver o escuchar al otro. Entonces vuelve el diálogo, solo que es menos rico, porque es un diálogo entre pares. Nos escuchamos nosotros que pensamos de una manera y neutralizamos al otro que piensa otra cosa. No solo lo neutralizamos, le ponemos toda la carga posible para desacreditarlo y que nuestra verdad valga más. Porque no se trata tanto de construir como de impedir que el enemigo lo haga.
Y la grieta que más me llama la atención es la que observo entre los que emigramos y los que se quedaron "a pelearla". Es bastante tonta por cierto. Uno se va por una serie de motivos, como ya expliqué en mi post anterior. Y existe otro que no se va por otros motivos que son igual de válidos. Que se quedó "a pelearla" es tan falso como el "que nos fuimos a lavar copas a España".
El que se quedó a pelearla, es bastante tonto. Porque, en el fondo, contra qué va a pelear? Qué capacidad tiene, siquiera alguna, de generar un cambio desde su lugar? Y qué le impediría generar ese mismo cambio desde otro lugar?
Y que nos fuimos a lavar copas a España, cuando en realidad podríamos estar viviendo la mejor vida del mundo en Argentina, es igual de falso. Seguramente nos fuimos porque nos enamoramos de alguien, porque nos hartamos de tener que soportar los piquetes o de un sistema que pretende dirigir nuestras vidas y quitarnos injustamente nuestro dinero.
En definitiva, nos escapamos de la opresión. Porque Argentina de un tiempo a esta parte es opresión. El opuesto del amor que los opresores dicen venir a representar. No es nada nuevo, basta leer 1984 del genial Orwell y entender que la ficción es la nueva realidad. En ese contexto, ir a lavar copas a España no estaría mal.
Por supuesto que hay opresión en todos los países. Sin mencionar todos los sinsabores a los que se expone el que se va y de los cuales puedo dar crédito. No es fácil irse. Es de hecho mucho más valiente que quedarse a pelearla.
Porque en el fondo, si te quedaste a pelearla, muy probablemente no tuviste el valor de tomar el destino en tus manos y salir de tu zona de confort. Está mal? Por supuesto que no. Como tampoco estamos mal los que nos fuimos porque nos sentíamos oprimidos o porque se nos cruzó alguien y decidimos seguirlo al final del mundo. Así es el amor.
Sabés que está profundamente mal? Que me pegues por haberme ido y que no pienses en todos los sacrificios que hice para salir porque la estaba pasando mal. Fíjate que ni dulce de leche tengo. Me tengo que conformar con la Nutella. Igual hay cosas peores en la vida. Pásame el pote que voy a cucharear un rato. Vos seguí peleándola. Ah, y, no me pegues, no soy Giordano...
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